A raíz de la nota publicada en La Nación “Fue a donar sangre al Hospital Garrahan pero no se lo permitieron por ser gay”, desde Fundación Huésped consideramos necesario realizar la siguiente aclaración:
La donación de sangre es un acto solidario y un proceso muy cuidado: toda sangre que llega a un banco es analizada, si se detecta la presencia de VIH u otras infecciones, esa sangre se descarta.
Sin embargo, un donante de sangre pudo haber adquirido una infección y encontrarse dentro del “periodo ventana” en el cual los análisis no detectan anticuerpos. Los cuestionarios pre-donación de sangre buscan achicar la posibilidad de que una persona se encuentre en este periodo. Desde 2015 gracias a la Resolución Nº 865/2006, que reglamenta la Ley Nº 22.990, este cuestionario fue modificado y la orientación sexual dejó de ser una restricción para donar sangre. Con este cambio el foco se puso en aquellas situaciones que aumentan el riesgo de contraer infecciones transmisibles y el cuestionario se transformó en una oportunidad para que las personas donantes reforzaran o adquieran conceptos como el “periodo ventana”. Tal como mencionó el Dr. Pedro Cahn, Director Científico de Fundación Huésped cuando se presentó el plan nacional de Sangre de 2015, “El cambio del cuestionario hará un llamado de atención al que quiera donar, independientemente de su orientación sexual, que deberá abstenerse si considera que pudo haber estado expuesto a alguna enfermedad transmisible a través de la sangre”.
La orientación sexual no determina el riesgo de contraer una infección; una práctica sexual sin protección, sí. A pesar de que la prevalencia de VIH es mayor en hombres gays y en personas trans, este dato no determina necesariamente que un persona perteneciente a este grupo haya contraído una infección. Imaginemos el caso en el que, en el último mes, un hombre gay haya mantenido diez relaciones sexuales protegidas (o directamente no las tuvo), mientras que un hombre heterosexual tuvo una sola relación sexual sin protección. Si esas dos personas se presentaran a donar sangre y recibieran un cuestionario que indagara sobre la orientación sexual y no sobre la seguridad de las prácticas sexuales que mantuvieron, el hombre gay sería rechazado y el hombre heterosexual, que mantuvo relaciones sexuales sin protección, sería aceptado. En este caso la decisión de rechazar a un donante basada en su orientación sexual y no en su comportamiento es discriminatoria, no responde a lo establecido en la normativa y tampoco garantiza que la sangre sea segura. Nadie contrae o transmite una infección por lo que es, sino por lo que hace. Las políticas de exclusión de donantes basadas en la orientación sexual son discriminatorias, aunque no se lo propongan.
La donación de sangre debe basarse en la participación responsable del donante, sólo si una persona considera que pudo haber estado expuesto a alguna enfermedad de transmisión deberá abstenerse de donar sangre. Para esto es necesario un sistema de salud inclusivo, capaz de aprovechar cada oportunidad en la que una persona se acerca el sin expulsarla con prácticas discriminatorias.
Por Florencia Gadea/ by Florencia Gadea