¿Cómo aceptar y sostener el tratamiento?

En Argentina, el 16% de las personas que saben que viven con VIH no está en tratamiento. ¿Por qué, aún sabiendo que si se toma la medicación correctamente se puede tener una buena  calidad de vida, es tan difícil de aceptar el tratamiento?

Recuerdo el momento en el que recibí mi diagnóstico: la primera sensación que tuve fue que no era a mí a quien le estaban diciendo «tenés VIH«. No podía pensar, mucho menos escuchar todo lo que me dijeron después de esa frase.

Cuando salí del consultorio, el pensamiento de “me voy a morir” era lo único que resonaba en mi cabeza. Pero era TAN DIFÍCIL asumirlo, porque se sentía como algo completamente ajeno a mi realidad. ¡Yo me sentía sana! No podía entender que en mi cuerpo hubiera «algo» que pudiera provocarme la muerte. No lo veía, no lo sentía, y menos podía entenderlo.

Traté de eludirlo por un tiempo, yendo a ver a mi médica cada 3 meses. Intenté seguir así, como si nada pasara. Sólo debía cuidarme usando preservativos, e intentar hacer una vida «saludable». No me daba cuenta de, ni quería asumir que, si no se trata, esta infección va progresando. Y un día tuve que hacer lo que tenía que hacer si quería seguir viva: empezar a tomar la medicación.

Para mí, fue reafirmar que eso que yo no veía ni sentía vivía dentro mío y estaba atacando mis defensas. Sentí como si recibiera el diagnóstico por segunda vez. «Tengo VIH y puedo morir si no tomo la medicación», pensé. Era mi realidad, ya no podía seguir eludiéndola. Quería encontrar algún plan para evitarla, pero no había, y me enojé muchísimo.

Si quería vivir una vida saludable tenía que tomar las pastillas. No fue para nada fácil aceptarlo porque no quería tener VIH, pero no podía hacer nada para modificarlo. Acudí a amigos, familia, psicólogos, grupos de pares. Fue un proceso muy largo: lloré, me culpé,  tuve miedo, me sentí sola, me autoexcluí, pero después de todo, finalmente, pude aceptar mi realidad. No fue fácil, pero tampoco imposible.

Pasaron muchos años, realicé muchos proyectos y tengo muchos más por cumplir. Sé que en la vida, seguramente, nos tocará vivir muchas cosas que no esperamos ni imaginamos que nos van a pasar. Y si no podemos solos, habrá siempre alguien dispuesto a ayudarnos.

Hoy, si se comienza inmediatamente el tratamiento, el sistema inmunológico se deteriora mucho menos por la infección. Y si el tratamiento se mantiene de forma correcta en el tiempo, las personas con VIH tienen una calidad y expectativa de vida similar a quienes no tienen el virus.

No hay una fórmula para aceptar un diagnóstico de VIH positivo. La receta es que no hay receta: cada proceso es único. Busquemos ayuda, hablemos, preguntemos. No nos quedemos solos.

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