Editorial Abierto – Hoy Podemos Hacer la Diferencia

Por Pedro Cahn – Presidente de Fundación Huésped

Hoy se conmemora el Día Mundial del Sida. Este año se cumplieron 30 años desde que se aisló el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) que causó la  muerte  de más de 75 millones de personas en el mundo y con el que viven más de 33 millones de personas.

Hoy estamos en condiciones de afirmar que la epidemia del VIH puede ser controlada. Conocemos de qué manera se transmite el VIH y cómo prevenirlo. Sin embargo, durante este día, y ayer, y mañana, y pasado, y así cada día, más de 6500 personas contraerán el VIH en el mundo. A su vez, los nuevos regímenes de tratamiento permiten que el VIH se convierta en una enfermedad crónica y contamos con medicamentos cada vez más sencillos y menos tóxicos. Sin embargo, durante este día, y ayer, y mañana, y pasado, morirán más de 4500 personas a causa del sida.

En estos años que llevamos confrontando al virus hemos asistido a avances científicos como no se habían observado en la historia de la humanidad. Hoy  una persona que sabe que tiene el virus, asiste a los controles médicos y accede a los tratamientos tiene la misma esperanza de vida que una persona que no tiene el virus. Sabemos además que el tratamiento no solo es beneficioso para quien lo toma, sino también para la comunidad: una persona con VIH en tratamiento tiene un 96% menos de posibilidades de infectar a su pareja sexual que una persona con VIH sin tratamiento. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer.

En Argentina, cada año contraen VIH más de 5.000 personas. El 30 por ciento de ellos lo sabrán de forma tardía. Es decir, cuando su sistema de defensas ya esté debilitado y permita la aparición de alguna enfermedad oportunista. También cada año mueren aproximadamente 1500 personas por enfermedades vinculadas al sida en nuestro país, a pesar de que el tratamiento es provisto por el Estado, las obras sociales o las prepagas. De las 110 mil personas que, se estima, viven con VIH en Argentina, la mitad de ellos desconoce su situación.

Por eso es fundamental redoblar los esfuerzos para facilitar y acercar el testeo. Porque cuando hablamos de estos casos, hablamos de Juan, de Pedro, de María; de hombres que podrían no infectarse, de mujeres que podrían no enfermarse, de chicos que podrían no morirse.

Pero la respuesta a la epidemia tiene que confrontar nuevos desafíos, además del propio virus: la condescendencia, el pensar que la problemática “ya fue”, y el estigma y la discriminación, enormes barreras para expandir el testo y el tratamiento.

Cada niño que nace con VIH, cada persona que muere a causa del virus, cada diagnóstico tardío es una confirmación de nuestra incapacidad como sociedad para atender a los más vulnerables: a quienes tienen menos acceso al sistema de salud, a la educación, a aquellos más afectados por las desigualdades.

Desde Fundación Huésped seguimos trabajando, desde hace casi 25 años, para que el testeo de VIH sea más accesible, para que la prevención del VIH llegue a todos, para que los tratamientos sean más sencillos y menos tóxicos, para que los derechos de las personas con VIH sean garantizados, para que la epidemia del VIH llegue a su fin. Porque, con el compromiso de todos, hoy podemos pensar en terminar con el VIH.  Es hora de actuar. Nuestra demora en hacerlo se traduce en  sufrimientos innecesarios para los pacientes y en vidas  perdidas para la sociedad. El sida puede ser derrotado. Alli vamos, con el compromiso de todos.

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